Creo que fue Adam Smith quien descubrió que el afan de lucro, es decir la codicia, era una mano invisible que traía progreso. La codicia a fuerza de esclavizar pueblos enteros y terminar con sus culturas y lenguas, nos dejó carreteras, gasoductos, oleoductos, ferrocarriles, un idioma universal, fábricas, medicamentos como la penicilina y todo tipo de artefactos. Siguiendo este razonamiento debiéramos promover la envidia, la hipocrecía, la codicia, la xenofobia, la venganza e incluso buscar un día de festejo y un santo patrono para cada una de estas atroces, pero casi espontáneas formas, que el humano manifiesta con sus hermanos.
Estoy seguro que cuando demos vía libre a todos aquello que nos hace únicos en el reino animal, la humanidad llegará muy lejos.
En realidad hay una eficacia secreta en esta propuesta macabra, y es que la gente se fatigue de estos mandatos y termine practicando, a escondidas y en forma compulsiva, el amor a los demás y a la verdad.
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