martes, marzo 11, 2025
Algarrobo
lunes, septiembre 16, 2024
¿Sigo escribiendo o paro para siempre?
Siempre me digo, me lo estoy diciendo, no voy a escribir más, ¡basta!
y me lo vengo diciendo con el mismo ahinco que lo que Silanes me decia de tanto en tanto, su pregunta si iba a seguir viviendo.
No voy a escribir más, hasta aquí llego y me lo vengo diciendo (perro que ladra...) bueno ya no recuerdo, tal vez desde que pensé que escribir es como una profesión de boxeador, al que siempre lo derrotan, se le cae algun diente en cada pelea, sale mareado como Lavorante y la escena de su esposa curandolé las heridas (Gatica de Favio).
Hoy domingo 15 de setiembre (Sol) desperté con una gran buena onda, a las 930 llegué con mi bicicleta al café del barrio, saludo a las chicas y me siento para empezar a escribir.
Primero me pongo afuera para que me de el Sol (es con mayúscula?) y luego adentro.
Las chicas se están fumando nuevamente un domingo trabajando (no comment).
Primero le pido a ChatGpt que me largue los títulos de mi novela Vorg parodiando al Quijote. Vengo haciendo eso desde hace unos días con resultados raros.
Chatgpt alucina, no recuerda, no cumple las instrucciones y reitera su error muchas veces, cuando me dice que lo siente, le contesto que es un programa de inteligencia artificial y que por lo tanto no puede sentir, me pide disculpas (lo que tampoco puede hacer).
Las chicas cortan cada conversacion que intento con ellas y me fastidio un poco, me digo, no les hablo más, y entonces aparece un tipo en el mostrador que cuenta no se que historia donde el es el honrado, el campeon.
Para no escucharlo (porque me distrae el fastidio que me produce) me pongo los auriculares en modo cancelación.
Cuando me estoy por ir, rompo mi promesa y le digo a una de ellas, algo de ese personaje, podrias decirle "no me interesan sus comentarios". Ah! ahora me acordé, le digo, he llegado un momento en mi vida donde no me interesa lo que me dicen y a la gente no le interesa lo que yo digo.
Ella me mira. Y parece querer decirme que como moza no puede actuar asi. Termino la charla pedorra y me voy a mi casa, antes paso a buscar la vianda que ha aumentado a 6.000 pesos, me ahorro decirles lo que pedí.
Antes me han dicho de la muerte de la consuegra de mi madre. Me invitan al velorio, digo que no. Alguien es fastidia. Escribo algo, una elegia de 40 palabras, me dicen genio, corazoncitos. Mi hermana me dice que lo saque porque mi madre todavia no lo sabe. Elimino. Luego me dice que ya le han dicho.
Me invitan a un asado. Me excuso. Me insisten,me vuelvo a excusar (no comment, mi familia es como la del Padrino, aún peor).
Como y duermo una larga siesta, las siestas son siempre siniestras, los mundos que visitamos difieren de los nocturnos, no se bien porqué.
Me despierto de un sueño siniestro. Eso me pone de mal humor, eso que se levanta de la siesta reniega de todo el buen humor de eso de la mañana y se burla o ve con ironía a eso de la mañana.
Como Ismael del mamotreto aburrido Moby Dick elijo salir a navegar con mi bicicleta antes de cortar con mi carrera incierta de escritor.
Preparo mate y pongo a tostar media tortita dura. Salgo, el vecino metalurgico está con la amoladora haciendo un portón a prueba de tumberos.
Llego al parque (elipsis).
A tope. Busco un metro cuadrado de cesped. Lo encuentro y me siento.
Perros por doquier, parejas, chicas tomando mate, soy el unico solitario, pero me hago el raro o soy raro. Preparo el mate y a mi lado 3 o 4 pibes, hablan y rien a los gritos, estan falopeados. No pueden reirse de cualquier cosa, descerebrados.
Empecé a escribir (la vida de un escritor, sus antecedentes). Mejor dicho lo primero que hacia era dibujar mis historias mientras una voz en off le daba vida.
Siempre se trataba de una isla atacada por todos, no se bien quienes eran todos, pero me atacaban, todo en la isla estaba bajo tierra. Cada tanto yo atacaba con mis aviones y hacía estragos. Tenía solo diez años y gobernaba la isla ubicada creo que a unos mil kiloemetros de Mar del Plata.
Despues escribí una novela de ciencia ficción, pero no recuerdo la edad, se que la lleve asi, en un cuaderno al Diario Los Andes y la deje en la mesa de entrada. Creo que tenía doce años o tal vez más, ya no recuerdo. Creo que era una novela de ciencia ficción.
En primer año del liceo militar llevaba un diario, el que mis compañeros me sustrajeron, burlas y me devolvieron.
Si hubiera sido un Tessla, tal vez habría que mencionar que el cuaderno tenía inventos, uno era la cura contra el bicho del cesto, lo que proponia era incendiar el árbol y asi quemar al bicho. Otro invento eran casas que entraban como argollas en un caño largo.
Otro tema era el de los ovnis, si estos existían, entonces creo que ponía la opinión de mi hermano mayor.
Y el diario lo llevé, pero no estoy seguro pero no le interesa al lector, hasta tercer año, en setiembre cuando me echaron del liceo y relato esos ultimos momentos.
Sigo llevando diarios.
Y llego a la echada de la universidad, cuando conozco a un amigo que me inicia en la filosofia y en escribir de filosofia. Alli empiezo a escribir digamos seriamente, no se si seriamente. Escribí sobre la muerte un ensayito que ni se donde quedó.
Escribir es conversar conmigo. Lo que digo es un inmenso cliché. Entonces porque dejaría de conversarme, no darme mas bolilla?
Ya me cansé (continuará).
lunes, marzo 16, 2020
Escribir: experiencia extasis
miércoles, febrero 21, 2018
Ley de jibarización de una novela
Hay que tomar párrafo tras párrafo y aplicarle los métodos que tan sabiamente empleaban los Jíbaros del Amazonas. Lamentablemente nos quedan apenas algunas crónicas de sobrevivientes de la jibarización, pero era claro el odio de esta tribu por las enormes cabezas de los europeos.
El método creado por Raúl Silanes consiste en establecer de cuántas páginas debe quedar nuestro mamotreto.
Por ejemplo tenemos un manuscito de 600 páginas, pero como no somos Joyce ni Rayuela y menos Adan Buenos Ayres, lo vamos a reducir a 300 páginas (me gustaría mas 100), esto supone reducir cada página a su mitad.
¡Manos a la obra!, vamos ahora avanzando página a página y cumpliendo el sueño Jibarista de reducción.
Manos a la obra y sin asco.
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