La absoluta imposibilidad de conyugar. No, no. La absoluta imposibilidad de vivir junto. No, la absoluta incomodidad, la absoluta inconveniencia, por ahí va, por ahí va, de vivir con otra persona durante años. La cosa horrible de someterse a compartir una cama durante años.
La absoluta imposibilidad de compartir el alma, el uno mismo, ese yo que se despierta a las tres de la madrugada y escucha al mosquito y allí, a pocos centímetros, un gemido, un suave ronquido, una pelea interna de la que solo sale un balbuceo y entonces pensar en esa absoluta imposibilidad.
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martes, abril 16, 2019
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