Me llegan cartas de las televidentes preguntándome cómo ser feliz en los límites de la cocina y primero quiero decirles que ustedes no son la cocinera del dueño señor de nuestros anhelos, no, nosotras somos dueñas de casa, eso es importante militar todos los días, empoderarnos de ese espacio y cuando nuestro maridito llega del bochorno laboral apenas trasponga la puerta del paraíso donde todo es chico pero el corazón grande como el de un chagásico debemos arrojarle las pantuflas, decirle que acabamos de encerar y que ha entrado en territorio enemigo.
Allí está la felicidad y también me preguntan si seguimos dueñas de casa en el dormitorio, en la cama matrimonial, y yo les digo que si, pero dejen el recato en la puerta y con el deshabillé que aprendieron a tejer en Utilísima entreguense a las fauces de Orfeo y haganlo sin receta, a la que te criaste.
Chicas nos vemos en el programa de las siete de la tarde por radio Splendid. Las espero.
Me fui por las ramas chicas, la felicidad en el hogar vale dos mangos, es gratis yo me animaría a decir, no cuesta un mango regar las plantas todos los días en verano, las plantitas pueden robárselas de algún jardín vecino; sigamos, hacer bien de comer no sale más que tres o cuatro huevos fritos. Un cumpleaños safan con un pullover que pueden hacer a mano y si no hay tiempo en la Knittax, que no hay plata, a deshacer algún viejo pullover del marido panzón que ya no usa.
Así de simple y recuerden carpeen dia a día, eso es vida!
