lunes, noviembre 28, 2005

Borges a la vinagreta


El poema, que agrego al final de la nota, se lo imputan a Jorge Luis Borges. El poema es de una delicada sensiblería que nunca puede haber salido de este hombre, puede que de Kodama pero tampoco, puede que sea del peor Benedetti o de Osho o quizas puede que de Coelho, tambien podría ser de la Allende del Zorro.
Creo que Borges acaba de salir de su tumba en Ginebra y con tierra en la cara y su cuerpo apenas sosteniendo carnes y piel marcha a la casa del que le está difamando.

Aprendiendo

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma.
Y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del sol puede quemar. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y así cada día.
Con el tiempo aprendes que estar con alguien, porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad.
Con el tiempo te das cuenta de que si estás con una persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás deseando no volver a verla.
Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de falsas amistades.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira pueden seguir hiriendo durante toda la vida.
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.
Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, es muy probable que la amistad jamás sea igual.
Con el tiempo te das cuenta que aun siendo feliz con tus amigos, lloras por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios.
Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el sendero del mañana no existe.
Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen, ocasiona que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás a los que se marcharon.
Con el tiempo aprenderás que perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba ya no tiene sentido.
Pero desgraciadamente, sólo con el tiempo...
Jorge Luis Borges Puaj

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2 comentarios:

Roberto Arancibia dijo...

Hola Raul, puede que te guste esto. El tema es el mismo:

Escrito en El mundo sigue ahí

Keep blogging,

R.

makkkafu dijo...

Esto no es de Borges ni de coña, ni por su estructura, ni por su contenido, ni por su vocabulario ... esto otro sí que es Borges humano, más cercano, un poco menos cifra, más asequible, de lo que he leído de él, que ha sido bastante, me quedé con esto que pongo a continuación:

LA VEJEZ (Jorge Luis Borges)

La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)

puede ser el tiempo de nuestra dicha.

El animal ha muerto o casi ha muerto.

Quedan el hombre y su alma.

Vivo entre formas luminosas y vagas

que no son aún la tiniebla.

Buenos Aires,

que antes se desgarraba en arrabales

hacia la llanura incesante,

ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,

las borrosas calles del Once

y las precarias casas viejas

que aún llamamos el Sur.

Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;

Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;

el tiempo ha sido mi Demócrito.

Esta penumbra es lenta y no duele;

fluye por un manso declive

y se parece a la eternidad.

Mis amigos no tienen cara,

las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,

las esquinas pueden ser otras,

no hay letras en las páginas de los libros.

Todo esto debería atemorizarme,

pero es una dulzura, un regreso.

De las generaciones de los textos que hay en la tierra

sólo habré leído unos pocos,

los que sigo leyendo en la memoria,

leyendo y transformando.

Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,


Saludos