jueves, noviembre 10, 2005

¿Blogs:20 millones de escritores?

Puede que la pregunta sea una herida absurda. El blog existe independiente de su calificación, como si nos hubiéramos preguntado en tiempos de Lumiere si el cine es literatura o es teatro o es un género artístico, mientras la gente colmaba los salones para ver proyecciones que dejaban bastante que desear y sin embargo se mueve "eppur si muove".
Pasará bastante tiempo para que el mundo académico estudie, analice y califique lo que es un blog, del mismo modo que si mañana llegaran los marcianos y empezaran atacar o hacer el amor con los terráqueos; los científicos se tomarán su tiempo para emitir una hipótesis de lo que son esos seres tan horribles, mientras polutas de humo se desprendan de las ciudades.
Que hay veinte millones de personas que están blogueando es para brindar, no importa si luego resulta que solo un pequeño porcentaje persevera, o cumple las leyes de la sintaxis inglesa o venusina. El hecho inquietante es la cifra: 20 millones de personas tecleando (si afinan e oído podrás escuchar el murmullo que produce; un golpe bajo para los escritores en su buhardilla sentir en la nuca el aliento de 20 millones de escritores en ciernes, expresándose, haciendo algo que parecía privativo de unos cuantos, aunque esos cuantos no sean tan pocos, porque siempre existió mucha gente escribiendo diarios, editando por su propia cuenta, enviando cartas al lector o simplemente divagando con lo que algún día iba a escribir(Butor decía en Repertorio que todo francés está escribiendo una novela, aunque sea en su cerebro). A esto último lo podemos llamar escritura cerebral, de la que por el momento no sabemos si queda algún registro, algúna copia o backup.
Me gusta hablar de escritura y escritores, más que de literatura. En realidad hay que decirlo en voz alta "somos todos escritores, 20 millones de escritores", vayan pasando y acomódense, todos ustedes siguen los pasos de Hemingway, Cervantes, Becket, Bradbury y el ejercito de héroes anonimos que ahorran para editar con su bolsillo o del de algún familiar.

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