jueves, noviembre 10, 2005

La crisis de Gutenberg

"¿quien pone el cascabel al gato? ¿Sus dueños barrigudos? ¿Los gatos? "
Jacobo Siruela
Se juntan los editores y lloran a coro. No son empresarios del acero o la construcción y seguramente ninguno de ellos es presidente de algún equipo de futbol; dudo que les guste el futbol (a mi tampoco) . Todos tienen la mirada perdida como la de los escritores con los que conviven y desafían la extinción de los lectores. Pasa lo mismo con los empresarios de la carne, donde los ganaderos tienen cara de cerdos, vacas, según el animal que sacrifiquen.
Los editores como caníbales de escritores, tienen para elegirnos, somos miles y ellos manejan la estrategia fatal de decir, quiero a ese o aquel, o poner en la página no se aceptan manuscritos, faltando decir "el que envíe manuscritos será demandado judicialmente."
Creo sí, que los editores disfrutan de su trabajo, cosa que tal vez no pasa con otros modos de hacer dinero, no creo tampoco que sea culpa de ellos que los escritores no puedan vivir de escribir. En definitiva un editor es un mediador entre la oferta y la demanda y si hay demanda implicaría que los escritores podrán comer.
Creo que el tema es mucho más complejo, hay algo que falla, hay una grieta en el sistema de marketing de los libros, tal vez en este mundo no funcionan mecánicamente los conceptos de las cuatro p de precio, plaza, promocion y producto.
Puede que un libro no sea una mercancía, como lo puede ser un vaso de leche y no quiero ser cursi al decir esto, pero es que escribir, cuando se hace desde el fondo del ser, como el grito de Munch, no puede ser fácticamente una mercancía. No puede entonces medirse por su trabajo acumulado, su plusvalía,etc. El ser de un escrito es previo a esas categorías económicas aunque pueda convertirse en tal. Cuando se escribe, hay un acto de amor por así decirlo, de comunión con el lector ausente y lo que se escribe no se hace para salir temprano en la burra al mercadillo a ofrecerlo. Como dice Michael Korda, un escritor con su manuscrito, aún el más ilegible, cree tener en sus manos, una reliquia, la joya de la corona y como tal hay que tratarlo.
Sin lugar a duda está el tema del talento, de la legibilidad a la hora de escribir, de escribir algo que a la gente le interese,etc. Pero insisto, hay un fallo en el sistema de promoción, de consagración de un autor. Los premios, son evidentemente un sistema de canonización casi perfecto y admirable, pero sabemos que no es suficiente.
Está el camino de fatigar editoriales con el manuscrito bajo el brazo, y se que este camino es totalmente infructuoso, tal vez porque las editoriales se ven desbordadas.
Escribir,y si es ficción, es un desatino total y no le hecho la culpa a los editores. Solo manifiesto un problema que no tiene solución, salvo las que proveen los libros de autoayuda.
¿No pasa lo mismo o peor con el que hace películas en España? Una aventura que terminan pagando todos los ciudadanos (cuidado no soy Le Penn), seguramente porque lo merece una kafkiana politica cultural, una suerte de terapia de grupo que permite no solo que no muera el cine español, sino que esta gente consuma menos antidepresivos.
Probablemente exista un problema estructural o metafísico, esta parte del Universo que corresponde a la ficción literaria (sic, ni hablar de la poesía), padece un desequilibrio entre los que escriben, que son millones y los que leen que se están extinguiendo. Leer es un acto socialmente extraño. Cuando leía en un bar el sábado pasado en Vera, pasó una madre, me señalo y le murmuró a su hijo :"Mira a ese hombre como lee"
Puede que todo el problema resida allí y que el camino para ser escritor profesional sea más pequeño que el ojo de una cerradura o de una aguja.
¡Sobreviviremos! Más ahora que somos 20 millones y como Sísifo haremos lo posible: escribir y lo imposible: vivir de la escritura. Y cuando estemos en la tumba, habrá una inscripción en la lápida: Aquí yace un escritor, abstenerse de reír en este sagrado sitio.

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