miércoles, diciembre 21, 2005

Relato el entusiasmo

En Relatos de Otoño, organizado por Cepsa y La Razón se publicó "El entusiasmo".

El entusiasmo

La gente fue perdiendo las ganas de trabajar y antes de fin de año no había rincón en el planeta donde alguien no sintiera cierta abulia.

La electricidad se cortaba a cada momento y cuando había un cambio de turno, los nuevos encontraban al personal durmiendo o mirando al techo.

El Presidente advirtió que quien no cumpliera su deber, sería sumariado y retirado de su cargo. Se anularon los retiros voluntarios y se dictó una ley por la que los empleados de servicios esenciales serían obligados por la fuerza pública a concurrir a trabajar.

Los medicamentos para la depresión comenzaron a escasear, dado que la fábrica apenas producía.

Ya nadie cultivaba y las cosechas se perdían, sin encontrar quien las levantara. Los chóferes permanecían días en los bares con sus camiones repletos de mercadería podrida.

Los ordenadores dejaron de funcionar, casi todos los sistemas estaban caídos, mientras los ingenieros jugaban a los naipes.

En los hospitales la gente que moría sin recibir atención, era enterrada en sus jardines.

No había que comer y la gente salía a buscar algo para su familia, pero pronto se cansaban y se sentaban en un banquillo con los ojos en blanco. Las madres agonizaban con sus hijos muertos en los brazos.

Los animales y las plantas cubrieron las ciudades. En Río de Janeiro la selva entró en las casas y edificios y los monos tuvieron donde morar.

Nueva York era una mole de hermosas pirámides que parecían tocar el cielo. La expedición tomó muestras de radiación y se llevaron varios cadáveres encontrados en la recepción del Rockefeller Center para analizarlos. En Río de Janeiro un expedicionario fue atacado por una boa cuando dormía en la habitación de un lujoso hotel en ruinas. No lo pudieron salvar, tenía todos los huesos rotos. Se sacaron fotos de toda la superficie del planeta y con las muestras tomadas, se retiraron.

Las condiciones para vivir eran buenas, pero esas ciudades en ruinas eran inquietantes y obligaba a meditar bien qué hacer.

Enviaron otras misiones con científicos para reconstruir lo que había pasado y evaluar el poblamiento.

El proyecto se archivó, la expedición montó vuelo y nunca más nadie visitó el planeta.





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