En los sesenta, origen del modernismo funcional escandinavo, la nada del diseño, era un ruidoso sí a las necesidades profundas de la gente; hace un tiempo conocí en Katowikza, Polonia, una iglesia de los sesenta, de Paulo VI, era un Ikea perfecto, nada de ornamentos, de lujos, de renacimiento, unas largas banquetas y al final el púlpito también desprovisto de todo manierismo o barroquismo: una nada que conducía a los abismos sin distracción.
viernes, diciembre 07, 2007
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