Dicen que si zapatea, tiembla tu existencia, es como un elefante herido, lleno de costras y tajos que todavía le supuran, y por todo eso guarda reposo, gime y solo en los sueños, desprovisto de la gravedad, sale a correr, se manifiesta, ríe y tiembla, abrasa, conversa, hasta que llega el fin de la noche y entonces lo conducen a su jaula, donde se prepara para el próximo espectáculo. Pero un día enloquecerá, y terminará con su domador, al que levantara con su trompa, para arrojarlo y luego lo pisará; ya desmadrado saldrá a la calle, pisando lo que encuentra en su camino hasta que una bala, o dos o tres, lo hará caer y entonces volverá a soñar desprovisto de las leyes de la gravedad.
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