sábado, mayo 04, 2019

La curación del sufrimiento

Cuando en 1970, a mis 19 años leí La curación del sufrimiento de Silo, todo el mundo sufría, yo sufría, mis amigos sufrían.
Después tuve un disco de vinilo con las arengas de Silo y en una de ellas la Curación del sufrimiento. Tampoco se si seguir sus recomendaciones me curó del sufrimiento, eso sí, me hice siloista.
Recuerdo una tarde, tirados en una cama matrimonial con Fausto Marañón y otro amigo, escuchando Natalio Ruiz. Hacía mucho frío, era una casa de adobe en Algarrobal y andabamos los tres adolescentes atravesados por mares de hormonas y tratando de no dejarnos dormir, de mantenernos en recuerdo de si. Fausto se levantó de la cama y empezó a leer la Curación del sufrimiento, su arenga era una impostación del maestro, primero transmitía todo el sufrimiento de recitar la Curación del sufrimiento, pero al terminar, los últimos párrafos empezó a pintar un poco por donde iba la cosa:

A ti hermano mio te arrojo esta corona de alegría, según había dicho Zarate, les contó Silo a unos puesteros que andaban por la montañas de Punta de Vacas, las mismas donde se celebran los cincuenta años de ese evento donde se ponía empeño en la curación del sufrimiento.

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