martes, noviembre 26, 2019

La noche que Borges tocó a la Picchio

Ana María Pichio con un vestido que se le alcanzan a ver las tetas, sus pezones. Las insinúa con fruición, con voluntad de juventud y puede que sean operadas. Borges está de espaldas con su viejo traje camisón y ella enfrente en un set de televisión. Se saca las tetas y las insinúa y Borges las toca, se las está chupando, pero es una escena confusa, está claro el deseo de Borges y su lucha contra el recato.
Todo empieza cuando me despierto en el colchón inflable en Southwark y se que todo eso ha sido una locura que ha borrado mi amargura.

lunes, noviembre 25, 2019

Intermitencia de las ganas


 ¿Hay lugar para los que tienen ganas cambiantes?
Hoy fui al British Museum. 
¿Cuál era el entusiasmo del artista sumerio que cinceló una leona flechada, desangrándose pero aún, huyendo a la muerte. Pensé que ese artista me hablaba, que no es cierto que hay un darwinismo artístico, que en ese pedido del rey sumerio para amedrentar indecisos, había un plus que iba más allá de su obligación del friso.
El fue tan anónimo como yo y eso no quita las ganas de escribir. Tuvo una ocurrencia con su flecha detenida en un fotograma y se adelantó al siglo 19.

Artista de potrero


Oscar Grillo:
Amo a los trapecistas y a las muchachas del circo cantadas por Gardel...De niño he visto en mi barrio ayunadores que en unas pequeñas carpas en cualquier potrero se hacían enterrar y no salían por varios dias...También he visto acróbatas pobres que en el mejor estilo de "La Strada" se paraban en una esquina y tocaban tambores y trompetas de hojalata hacían unas humildes pruebas y terminaban pasando el sombrero a la concurrencia reunida, eran europeos del este escapados de la guerra... Increible...Yo vivia en Villa Industriales, Lanus Oeste...Eran asi pero más mal vestidos. te lo juro.

Raúl Lilloy:
son  los artistas callejeros, una raza. Me encanto tu historia, la strada, el cuadro de picasso, la tristeza, la supervivencia
Debieras contarlo si aun no lo has hecho. Lo de un tipo que se entierra en un potrero

Oscar Grillo:
Esa es la única, esencial y Darwiniana verdad: La tristeza de la supervivencia.

Raúl Lilloy:
Sí, sí, en Londres, la gente se entierra en un bar de fast food lavando platos.

Oscar Grillo:
De los que se enterraban en potreros vi al menos diez!

Raúl Lilloy:
Es para escribir una bonita historia

Oscar Grillo:
¡Escribila!...Yo no escribo.
hacelo!
También vi concursos de "aguante" en bailes, como en "They Shoot Horses"

domingo, noviembre 24, 2019

Un artista de la desesperación

Dibujo de Oscar Grillo 


Manos eran de un gris intenso de tanto erigir columnas de  monedas.
Isabel del Río


Movido  por el absoluto fracaso avecinandosé de la dudosa reunión con Isabel. 
Mi otra pelea titánica es contra mi inexistente afán de lucro. Abandonar un barco en alta mar y nadar en la nada mientras la tripulación desespera al ver nado del capitán perdiendo el firmamento.

Preparo powerpoint: maravillas de Editorial Bubok para  la reunión en un bar de escritores, Londres, donde no me permiten ir con equipo de mate. Es  que viven de lo obvio: camareros inmigrantes advenedizos de la lingua franca y lavar platos. 
La reunión del martes transcurrirá entre una persona que con frágil paciencia da cursos de escritura en español, lleva una radio online latina y vive en un pequeño apartamento donde renta una habitación para darse el gusto  Londres.
La otra persona es traductora, jubilada de la Unesco como Rayuela, que me elogia camisa amazónica de pájaros y monos multicolores. Ella  es dueña de un cuento  que hierve la codicia de creer a Londres una perla negra. Es hacer lo que sea para quedarse en Londres, vivir en un sucucho, enseñar español a británicos, sufrir pero a la vez cantar bajo la niebla y el barro. 
La  traductora me ha mandado un cuento que se esconde en un páramo de palabrería epistemológica.
Tras el aburrimiento aparece el mejor cuento oriental del mundo donde una princesa y sus tres esclavas caminan hacia un destino incierto. ¿Qué pasará?

Le hablo de Néstor Sánchez y Raúl Silanes mis dos opiáceos de mesa de luz. Le prometo llevarlos al encuentro. Dos autores de fin de épica. A quienes ya no les interesa lo literato, a Silanes solo ganar concursos literarios para pagarse las tomografias y los viajes a la clínica alemana en la devastadora Las Condes, incendiada por  partisanos derviches. A Sánchez, ya, todo le da igual.

Le propongo hacer con su cuento del artista de la sangre una performance, me dice que seria plagiar al artista napolitano de la sangre, le digo que mejor si se nota que es plagio. Me dice que ella se vive plagiando a doce temas y yo le contesto que hay un solo tema que me interesa, la represion.
Yo haría del artista de la sangre y ella iría escribiendo un cuento con mi sangre que iría cayendo en un tintero.
A la hora me llega un mail donde afirma que una reunion familia la ha condenado al no encuentro en el bar y me deja a solas con el artista del hambre y la bambula.

viernes, noviembre 22, 2019

4, nuevo juego de mesa de guerra

En el mapa hay cuatro reinos:
Hispaniola, London, Esteparios y Muralla China.
Germania ha sido sometida a los estepas. Su juego es secundario, trabajo esclavo y una máquina Heidegger/Husserl que se la pasa todo el día pensando en el vacío.

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Let it write


Silanes maniatado, su cara babeando el piso, increpa:
Solo quiero que me dejen escribir.
Lo acaban de interrumpir, justo cuando llegaba desde la cárcel y en el cruce,al frenar de golpe, las cenizas de su esposa desesperada se esparcieron por la cabina, haciendo toser a la mejor masturbadora del pueblo.
Su boca, santa veneración, era ofrenda en las fiestas de Asunción. Y en la parroquia, una larga fila de hombres aguardaba su beso sagrado desde el discreto confesionario.

jueves, noviembre 21, 2019

Pienso, luego muero

Pienso, luego moriré, pensó Descarte en su última noche nórdica, después de darle el beso a la reina bajo una mirada jesuita.
Si pensar es decir la verdad, atributo de los poetas y los pacientes de Freud, solo se trata de jurar por lo que se me pasa por la cabeza.
Se parece a los trenes (censura) que veo pasar por mi cabeza desde el piso de mi hijo.