martes, junio 28, 2016

Sospecho de Vaclav Havel


Vaclav Havel poco antes de asumir de Presidente de la desaparecida Checoslovaquia confesó que sospechaba de sí.
Vaclav  fue  escritor y accidentalmente presidente. Durante la Primavera de Praga con un megáfon andaba retando a los tanques rusos.
Aquí el texto:

Sospecho de mi

de Vaclav Havel



(...) Soy uno de los que considera que el ocupar un cargo político es
una expresión de responsabilidad hacia el conjunto social, y hasta
como una especie de sacrificio. Pero según voy observando a otros
políticos, de los que sé cosas y afirman lo mismo que yo, me siento
obligado una y otra vez a analizarme y a preguntarme si quizá ya
empiezo a engañarme y si se trata, a lo mejor en mi caso también, de
una inspiración no confesada de cerciorarme de que significo algo y,
por ende, de que existo, más que de un auténtico servicio a la causa.
Resumiendo: empiezo a sospechar de mi de manera permanente.

   (...) Resulta muy interesante observar lo diabólica que puede ser la
tentación del poder. Se puede apreciar mucho mejor en aquellas
personas que nunca tuvimos ningún poder y que siempre criticamos con
audacia a los poderosos por disfrutar de tal o cual ventaja que
ahondaba la distancia entre ellos y el pueblo. Cuando de repente nos
vemos en el poder, instintivamente empezamos a parecernos a nuestros
despreciables antepasados. Nos molesta, nos irrita, pero verificamos
que no somos capaces de resistirnos.
Puedo resumir: recibo un trato privilegiado cuando voy al médico; no
debo de conducir mi coche y mi chofer nunca está de mal humor por
circular a paso de tortuga en Praga; no necesito cocinar ni buscar
alimentos, ni siquiera necesito marcar los números de teléfono cuando
quiero hablar con alguien.

   (...) Pero lo peor es que todo responde a una lógica indudable. Haría
el ridículo y sería despreciable si llegase tarde a las negociaciones
que responden al interés de mi país por perder mi tiempo de presidente
en las antesalas del dentista, en las colas para comprar carne,
luchando con la oxidada red telefónica praguense y tratando
desesperadamente de conseguir en Praga un taxi, sin parecer un turista
occidental con dólares en el bolsillo.
Pero dónde termina la lógica y la necesidad objetiva y dónde empiezan
los pretextos?
Es que acaso conocemos y sabemos discernir el instante en que ya no se
trata del interés del país, al que nos sacrificamos tolerando nuestras
ventajas, y se trata ya de nuestras ventajas, las que disculpamos
hablando del interés del país?

   (...) Confieso que se necesita tener un nivel elevado de reflexión y
autocrítica para ser capaz de identificar ese instante, por muy buenas
que hayan sido anteriormente las disposiciones. Yo mismo, que lucho
constantemente, y con escaso éxito, contra las ventajas de que gozo,
no me atrevería a afirmar que soy capaz de discernir siempre y con
seguridad ese momento. El ser humano se acostumbra, se desacostumbra,
y a la postre -sin darse ni siquiera cuenta- puede perder su sentido
crítico.

   (...) Repito otra vez: estando en el poder, sospecho siempre de mí
mismo. Hay algo pérfido, de doble sentido. En las tentaciones del
poder. Por una parte el poder político ofrece la estupenda posibilidad
de convencernos durante todo el día de que existimos y de que poseemos
una identidad irrefutable, que se plasma en cada una de las palabras y
en cada uno de los gestos.
No obstante ese mismo poder político, y en todo lo que lógicamente lo
acompaña, está escondido un terrible peligro: de forma imperceptible,
pero irresistible, nos priva de nuestra existencia y de nuestra
identidad, simulando que las confirma.

   (...) La persona que se olvidó cómo se conduce un coche, cómo se
hacen las compras o cómo se prepara café, o cómo se llama por
teléfono.... No es la misma persona que lo ha sabido hacer durante toda
su vida. Tampoco lo es cuando se ve por la televisión y se comprueba
que todos sus movimientos están condicionados.
Se convierte en un preso de su cargo, de sus ventajas, de su posición.
Lo que a primera vista confirma su identidad y, por ende, su
existencia, en realidad le priva imperceptiblemente de su identidad y
de su existencia. Ya no se autodomina, por que está dominado por algo
distinto: por su cargo, sus exigencias, sus consecuencias y sus
ventajas.

   (...) De todo esto se deduce que la política es un sector de
actividades humanas que plantea mayores exigencias al sentimiento
moral, a la capacidad de autorreflexión crítica, a la verdadera
responsabilidad, al buen gusto y al tacto, a la capacidad de entender
el alma de otros, al sentido de la medida y de la humildad. Es una
dedicación para personas que no se dejan engañar.

   (...) Todos los que afirman que la política es un asunto sucio,
mienten. La política es sencillamente un trabajo que requiere de
personas puras, por que resulta muy fácil caer en la trampa. Una mente
poco perspicaz ni siquiera se dará cuenta. Por lo tanto, tienen que
ser personas especialmente vigilantes las que se dediquen a la
política, personas sensibles al doble sentido de la autoconfirmación
existencial que de ella se desprende.

Ignoro totalmente si pertenezco al grupo de personas vigilantes. Solo
sé que debería pertenecer a ese grupo, ya que acepté mi cargo....


Aquí mas Vaclav http://prodavinci.com/blogs/los-intelectuales-y-la-politica-por-vaclav-havel/

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