Llama poderosamente la atención la divisoria de aguas, el contrapunto, la disparidad, la incongruencia cognitiva entre la publicidad y la atención telefónica recibida, que la empresa no tenga un telefono de reclamos, que el sistema de chat no funcione, toda una maquina pensada solo para vender, despiadada, incólume en su mandato de los accionistas de facturar lo más posible.
Claro es solo un pequeño símbolo de un sistema al que no le calienta la gente, pero para que indignarse, para qué exagerar y agarrarsela con esas chicas que te atienden, con un Isabel es mi nombre, en que puedo ayudarlo, con sus pequeños sueldos, trabajos insalubres, horas robadas a la vida, son el lado oscuro de Claro.
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