A fines de octubre del 2001, el poeta Raúl Silanes recibió el
premio internacional: el Encina de la Cañada, que se entrega en España.
Su colección de poemas “La iluminada” fue elegido como el mejor entre
otros 244 poemarios. Aquí la entrevista a Silanes y un
fragmento de la obra premiada.
1
Dentro de lo oscuro la niña ensaya muertes perfectas
disfrazada de mujer:
forma una cruz de azufre al abarcar con sus brazos el planeta.
Boca arriba desangrada como extraña imitadora de la Difunta Correa,
mira a las estrellas pastando sobre el alma de Dios:
parece apenas un fémur brillando en la luna,
mientras la noche se convierte en el manicomio de los ojos abiertos.
Sobre el lugar caen hojas sueltas de la Biblia:
¡Vaya a saber quién las arranca en las alturas alejándose!
4
Injuriaron sus pechitos/sus nalguitas/sus rodillitas
maldiciendo para siempre la hermosa danza del apareo,
poniendo vinagre en vez de polen en las patas de los insectos.
Cuerpito entero a mordiscones despojado.
Ni las hojas de la Biblia que se amontonan encima de su cadáver
logran desaparecerla: muchos se llevan una estampita a los labios.
Todo lo caído me pongo a recoger, sosteniendo mi sueño muerto
en las piedras encerrado, como tumba del mundo lista para despertar.
17
A la oscuridad le abre los ojos para devolverle
la inocencia: brota un hilo de sangre de la puerta cerrada de la iglesia.
Su lengua lame la mano que alivia a las flores vestidas de negro:
junta las dos orillas del mundo y las cose suplantando el haber nacido.
El agua que queda, seca al que en ella se baña:
se aísla al agua como a un enfermo mental.
20
Reúne la iluminada a los hijos en la noche indefensos:
les convida de sus pechitos a cada uno una astilla del árbol
que ahorcó al padre; y ahí mismo, entre todos, hacemos de la mesa
un santuario para comernos al silencio. La piedra del ojo
renueva sus hojas, como sol encerrado en la cabeza de un jardín.
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