domingo, mayo 21, 2006

Casas flotantes

En realidad eran casas aéreas, sostenidas por globos inflados de helio. Fue un modo de sortear todas las restricciones que las autoridades ponían a construir viviendas en la playa.
Las casas eran construidas una a una y luego elevadas a unos 80 metros de la tierra, al borde de la playa. Con un simpático Zeppelin que tenía el logo de la promotora y su eslogan: la mejor vista de la playa, los clientes eran llevados a visitar las casas flotantes. La primer semana, a fuerza de promociones por la televisión y visitas de la gente de Guinness, se vendieron las seis que estaban montadas y hubo una lista de espera de mas de cuarenta interesados.
Pero ocurrió una desgracia, un niño de cuatro años se cayó de una de las casas y el alcalde clausuró el proyecto. El ayuntamiento obligó al constructor a poner redes en torno a las casas y afianzar su estructura a cables de acero, dado que una fuerte ventisca desplazó las casas más de quinientos metros de la costa.
Las casas fueron reinauguradas pero ya nadie se interesó y entonces se pusieron muñecos en las casas con movimientos y que sonreían y saludaban a la gente que los miraba con largavistas.
La gente empezó a visitar la zona de las casas flotantes solo por curiosidad, se organizaban visitas en pequeños zeppelines y la promotora vio el negocio del turismo. Pronto la gente dejó de visitar las casas flotantes y estas siguieron permaneciendo, cada vez mas viejas y arruinadas.

Yo suelo caminar por la playa y me gusta acostarme boca arriba enfrente de una de esas casas, puedo ver sus nervaduras, cómo cruje, e incluso se ve el bidé desde abajo y como las casas están sobre el mar, los constructores pensaron que todo caería sobre el mar. En las noches de luna, las casas, parecen King Kones encadenados, son como bestias que en cualquier momento tomaran vida arrancaran las cadenas, y se arrojaran sobre las calles como dinosaurios enfurecidos.

sábado, mayo 20, 2006

Cuevas del Almanzora

En Las Cunas, una pedanía de Cuevas del Almanzora, nació mi madre, cuando la fiebre de la plata, iba decayendo. Ella, de nombre Concepción, fue hija del Frasquito y de Manuela, siendo muy pequeña, fue llevada a un pueblo llamado Alvear en el Oeste de Argentina.
Pasaron muchos años y uno de sus hijos, ya viejo, medio cansado, con dos hijos y con la excusa del corralito, volvió a Cuevas, donde lo esperaba el Bartolico y la familia de allá.
Allí, casi sin jurárselo, en un pueblo fatigado por los godos, los visigodos, los fenicios, los judíos, los romanos, los árabes, los castellanos, los rojos, los nacionales y finalmente los andaluces, se prometió retomar la estirpe.
De todos los pueblos que fastidiaron su cerrado valle, Cuevas conservó alguna parte y cuando lo encañonaron, dijo ser del que le estaba apuntando.

jueves, mayo 18, 2006

torre de marfil

Sueño con una torre, no se si de marfil, puede que sea un faro como el que acunó a Holderlin sus años de locura, o el hospicio que dio de comer al que escribía muy en pequeño.
Están las torres del anonimato, perderse en una anónima ciudad, como hizo el hombre del cuento de Melville; hay creo que muchas formas de huir de los hijoputas; pero puede que te encuentres en el hospicio un enfermero hijoputa, o en el faro un funcionario que no te quiere dejar usar la torre donde está el faro por razones, supuestamente, de seguridad.
Hijoputas hay en todos lados, pero puede que haya lugares donde su indice de saturación sea menor.

martes, mayo 16, 2006

la lectura del otro


Ver mapa más grande
Mirar o leer, sospechamos que nos leen. La libertad de caminar por un lugar donde no nos conocen, no nos pueden leer, no conocen nuestro idioma. Esa invisibilidad dura poco. Cuando llegué a Brockenhurst, era invisible, con mi bicicleta, rondando por las calles de un pueblo infinitesimal.