Ayer me tope con una película que hablaba de un escritor yanki y me nació unas ganas de volver a lo mío, escribir que no es autoconocimiento, ni programar.
La película era inmensamente cursi.
Y pienso que la felicidad es una sustancia que por obvias razones habita el presente.
Que no la podemos invocar, ni fabricar.
Allí está como atisbo.
Y mañana estaré muy cerca donde estaba la sustancia.
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