Detrás de cada fans hay un Chapman dispuesto a sacrificar a su ídolo, de tenerlo en la mira del televisor y descargarle cinco tiros. Hay un juego en Internet, ilegal, donde Lennon llega al Dakota y tiene que tratar de que no lo maten y Chapman, el otro jugador, procurar que la historia no cambie.
La envidia o la admiración enfermiza son sustitutos de la canibalizacion: comerlo , abrir y devorarlo caliente, lo que habría hecho Chapman si hubiera podido, de a poco mientras leía a Salinger con las manos ensangrentadas.
Devorarse al adversario, es una forma de adquirir sus cualidades e incluso de obtener la gracia de sus dioses, un modo incierto de santidad, comer la carne de los cristianos que llegaban a evangelizar. El martirio es eso, un santo en la olla, rezando para aullentar el dolor del aceite caliente y alrededor, los hombres y las mujeres bailando, en merecido homenaje de esta su primera comunión con un hombre que viene del más allá de los mares, como nos habían dicho los dioses, como había soñado nuestro emperador.
Categorías: Relatos, Lennon
lunes, diciembre 05, 2005
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