Voy llegando al bar Miraflores frente a la plaza de Godoy Cruz y escucho por unos megafonos hablando de que en la comisaría sexta, convertida en museo del horror, se torturaba y pienso que ellos no hablan de su amigo Putin arrojando periodistas desde azoteas, invadiendo Ucrania o de su Fidel Castro eternizando su verde oliva asqueroso de ca4cles y exilio de pa.mitad d3 su población, es como un horror selectivo.
Pero no quiero hablar de ese horror sino de otro del que tampoco quiero hablar porque sería en vano y lo dejo para mis novelas y cuentos.
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